Ana Pontón y el BNG emergen como fuerza como una opción preferente para un número creciente de antiguos votantes del Partido Popular. Muchos de los que veían en el PPdeG el partido que se preocupaba por Galicia, confían ahora en el BNG como fuerza central de la política gallega. Este fenómeno denota un profundo cambio en las preferencias del electorado gallego, motivado por una serie de factores críticos que han marcado la política de la comunidad en las últimas semanas. Así, el traspaso de votos del PP liderado por Alfonso Rueda al BNG bajo la dirección de Ana Pontón ha incrementado un 60%. Esta cantidad representa la transferencia de aproximadamente 30.000 electores que se estarían moviendo de un grupo a otro, situación que en Galicia podría influir en la asignación de al menos un escaño.
La percepción de una radicalización en el discurso del PP, junto con un alejamiento de los problemas reales que afronta Galicia, ha generado descontento entre sus tradicionales votantes. La importación de un discurso más centrado en las dinámicas políticas de Madrid, en lugar de abordar las específicas necesidades y desafíos de Galicia, ha contribuido a un creciente desapego hacia el partido. La candidatura de Pontón, por otro lado, ha sabido capitalizar este malestar, posicionándose como una voz más cercana y comprometida con las realidades de los gallegos.
Ana Pontón ha conseguido la confianza de antiguos votantes del PPdeG, que veían en éste el equipo de confianza que defendía a Galicia. El equipo de confianza sigue existiendo, pero para estos votantes se llama ahora BNG.
El cansancio generalizado por la constante crispación política, característica del debate público nacional y reflejado también en Galicia, ha llevado a un sector del electorado a buscar alternativas que promuevan un una agenda propia para Galicia y se alejen de la polarización y los debates alimentados por los políticos y medios dentro de la M30. En este sentido, el BNG de Ana Pontón ha logrado presentarse como un agente de cambio, capaz de superar las divisiones y centrarse en un proyecto constructivo para Galicia.
La campaña del PPdeG no ha hecho más que encontrarse con obstáculos desde el primer día. Desde la falta de reacción a la crisis de los pellets en la costa gallega, a esconder a Rueda – candidato del partido en las elecciones gallegas – y priorizar a Feijóo en sus comunicaciones, pasando por la torpeza del líder popular en el debate. Esto ha provocado idas y venidas importantes que han acabado por concentrar la campaña de los populares un un constante ataque al BNG.
Precisamente, el desempeño de Pontón en el debate de la TVG, junto a la negativa del PP a participar en otros debates cruciales como el de RTVE, ha puesto en evidencia la fuerza y el carisma de la candidata del BNG frente a la indefinición de su rival. Su capacidad para conectar con las preocupaciones de los gallegos y gallegas, frente a un PP que parece esquivar el escrutinio directo, ha fortalecido la imagen de Pontón como una líder capaz y preparada para gobernar.
Si el BNG había logrado en 2020 convencer a muchos electores socialistas y de otras fuerzas a su izquierda, en 2024 Ana Pontón ha conseguido la confianza y la simpatía de antiguos votantes del PPdeG, que veían en este partido el equipo de confianza que miraba siempre para Galicia. El equipo de confianza sigue existiendo, pero para estos votantes se llama ahora BNG.
